sábado, 12 de junio de 2010

Valoración

He abierto los ojos, puedo ver más allá de lo que me limitan, no sólo el exterior visible, sino el más profundo interior, grande y hermoso, de nuestro alrededor. Tan sólo por escuchar a un profesor joven hablar de arte, por las circunstancias que me rodean o porque ahora ha tocado así. No se puede valorar de 0 a 10 mi vídeo ni tampoco mi ensayo, he aprendido con ello y me he divertido, que es lo más gracioso, pero lo mejor no ha sido eso, sino que se mirar.

MIRAR SIN VER

MIRAR SIN VER

http://www.youtube.com/watch?v=4ATqsiBiP4U

martes, 1 de junio de 2010

MIRAR SIN VER

MIRAR SIN VER




Inmaculada Castillo Márquez
Asignatura: Educación artística y sus dificultades de enseñanza-aprendizaje
Facultad de Ciencias de la Educación
1 de Junio de 2010
MIRAR SIN VER




Inmaculada Castillo Márquez
Asignatura: Educación artística y sus dificultades de enseñanza-aprendizaje
Facultad de Ciencias de la Educación
1 de Junio de 2010

















“Algo que todos sabemos, pero que no todos reconocemos...muchas cosas nos perdemos en nuestras vidas porque..."miramos" y "no vemos"





Aun recuerdo el primer día de clase, educación artística y sus dificultades de enseñanza-aprendizaje, ¡supongo que esta asignatura será fácil de aprobar!, mis expectativas centras en trabajar el arte con las manos… equivocada que estaba. Me siento en clase sin conocer a nadie y cuál fue mi sorpresa cuando escucho al profesor, joven, que sólo hablaba de trabajar con las nuevas tecnologías… que teníamos que hacernos un Blogger, abrirnos una cuenta en gmail, hacer un vídeo arte, participar en un experimento video-box, una investigación teórica-visual…. ¿esto que es? No entendía nada, absolutamente nada.

Al siguiente día, súper héroes, con nuestros ojos vendados en papel celofán de colores, salimos a la calle como fotógrafos para que en una instantánea reflejásemos el significado de unas palabras escritas en la pizarra enorme de clase… pasando de conceptos abstractos a exactos.

Hoy tenemos que llevar a clase un espejo, “espejo espejito”, ¿quien es la más guapa de este sitio? No entendía cuál era el motivo, ¿para qué lo íbamos a utilizar? Tan sencillo como copiar el dibujo del compañero del lado izquierdo, y éste a su vez de su compañero del lado izquierdo también, así hasta el primero de la fila, que hizo un árbol precioso, y el último, yo, algo parecido a una lechuga. Ahora nos hace cerrar los ojos y ver un cuerpo desnudo del sexo contrario y sin abrirlos, plasmarlo en un folio. Comienza el camino de mi lápiz, sin levantarlo del papel, recorro sus brazos fuertes, sus dedos largos, marco su cintura y lo deslizo para hacer unas piernas fibrosas e interminables y unos pies grandes, cuando llego a su sexo, me paro y me retraigo, pero a la vez comienzo a hacer líneas y curvas hasta quedar satisfecha, tal cual los veo en mi mente.

Tras consultar el banco de imágenes, tenemos que fabricar la continuidad de una de las obras de esos autores. Me intereso por Shophie Calle y su obsesión con la mirada, tanto con la de los demás como con la suya propia. Dice que ha encontrado personas que son ciegas de nacimiento, que no han visto nunca, les ha preguntado qué es para ellos la imagen de la belleza. Veo una imagen de un círculo blanco, e intento mirar más allá de él. Con un espejo entre lo que quiero plasmar y yo, aparece un círculo por el efecto del flas. Quiero traspasar fronteras para ver el mundo, poderlo descubrir.

Ahora nos pide una nueva reflexión, el tema “un minuto” y lo reflejemos en un vídeo. Todo el fin de semana pensando, cuando pedías opinión a la gente de mí alrededor, nadie me entendía porque no sabían el arte que el profesor nos estaba transmitiendo. Estuviera donde estuviera tenía en mente qué idea exprimir. El domingo apenas sin dormir, de regreso de llevar a mi padre, con el coche encendido y un largo camino desierto por delante, mi cabeza, aunque distante y dormida, seguía pensando y en aquel mismo momento cavilé sobre el recorrido de mi vida, como en la infancia el trayecto es recto, todo es tan fácil como decir ¡no vale, soy cascarilla! o con un “sana sana culito de rana” de mamá, vuelves a sonreír. A medida que continúas debes elegir tú el camino que quieres seguir, en él encontrarás curvas, que harán que éste no se convierta en monotonía y rodeado de flores diferentes, árboles….en los que tú sabrás si parar y contemplarlos o pasar de largo, siendo el símil de la gente que puedes darle la opción de conocer o que pasen de largo por tu vida, la cuestión es trazar un camino propio, el que nadie conozca, así será como llegues a donde nadie ha llegado.

Empiezo abrir los ojos y comienzo a mirar y a ver, todas esas fotografías que nos explica en clase, son increíbles. Las miro y después de su explicación sobre ellas, puedo ver más allá, incluso poder sentir a través de ellas lo que en el momento de hacerlas pudo pensar el autor. Aquel suelo de lozas en blanco y negro, como el tablero de un ajedrez, y encima de él un cubito un poco derretido. Así sin más, dije, ¡que foto tan curiosa!, pero no la entendí. Tras escuchar todo lo que el profesor hablaba sobre ella, me llenaba mi interior, hablaba sobre el amor, que cosa tan tierna y ardiente como para explicarla con un cubito de hielo.

Voy a clase con paso ligero y pensando ¿con qué nos sorprenderá hoy? Ahora tenemos que hacer parejas y sin conocernos de nada, presentarnos y hacer con vídeos de 3 segundos uno, cuyo tema sea el autorretrato de una de las dos. Salimos al patio y comenzamos ha presentarnos, que nos gusta y que no, cuales son nuestros deseos… así surge nuestra idea. Si el profesor lo que pretendía con esta práctica era nuestra reflexión, lo había conseguido nuevamente, abrimos nuestras mentes y comenzamos a unir ideas, a mirar por los ojos de mi compañera y a entrelazar sentimientos. Cómo había sido una parte de su camino en esta vida y como eligió el que transita. Su forma de pensar había cambiado radicalmente y había decidido así su nuevo rumbo sin olvidar nunca sus principios. La conversación nos hizo, a parte de disfrutar haciendo las secuencias, recapacitar sobre cómo ha veces vemos las cosas de una manera y, con argumentos o sin ellos, podemos verla de otra.

No, no puedo dejar de pensar en el tema del vídeo arte. Tengo mil ideas, pero en todas quiero reflejar mi camino, ese camino del que hablaba. Lo rápido que quería crecer cuando era pequeña, las ganas de hacerme una mujer, de alcanzar a los 18 años y no dejarlos pasar. Llegué y todo era exactamente igual, nada había cambiado salvo mi cuerpo. ¿Ahora que? mi libertad seguía censurada y eso no podía cambiar, los pensamientos de mis padres se quedaron en aquella niña… en el camino comienza una cuesta difícil de subir a la que no le encuentro el final, los ruidos me aturden, me desesperan, me agobian y quiero llegar arriba y poder chillar, alzar la voz, que todos miren y vean que quiero recorrer mi camino, que no quiero trazar el de otros que han ido donde han querido. Solo pretendo caminar, paso a paso, contemplar el paisaje. Es cuando te das cuenta, miras hacia atrás y comienzas a reflexionar. Vuelvo a mirar hacia delante, te miro sin verte, siempre ha caminado cerca, pero es más fácil idealizar y soñar, que sentir el viento. Ese escalofrío que traspasó mi piel, que recorrió mi cuerpo y me hizo girar la mirada y ver, ver esos ojos que al compás de los míos se cerraron y al volverlos abrir, pude ver un mismo camino, dicen que me brillan los ojos, pero no lo creo, es el reflejo de ese río que pasa junto a mi camino. Me paro y me arrodillo ante su agua cristalina y transparente, me veo allí y te veo allí. Yo he recorrido mi camino a mi manera y tu has recorrido el tuyo, como las circunstancias te han dejado, con prejuicios o sin ellos, eres diferente, de otro mundo como me dices, pero es ahí donde hemos visto que nuestros caminos se han unido. Sentir es fácil pero expresarlo no lo es tanto, tantas palabras a veces suenan igual, y aunque parezca fría, mi mirada es como ese cubito de hielo posado en ese tablero de ajedrez.

Después de ponernos en el camino, a todos y todas, nos ha hecho reflexionar sobre la vida y las opciones que ésta nos presenta, depende de nosotros el mirar y ver. Es a partir de aquí cuando comienzo a ver desde otro punto de vista e intentar mirar por dentro.

Hoy lo habitual es ver sin mirar. Los ojos funcionan, ven, pero pasan por encima de las cosas sin darles significado. Nos hemos acostumbrado a las imágenes más tristes, más degradantes, más horrorosas y salvajes, en directo o en las pantallas de cine y televisión, tanto como para que en general la vida nos resulte una ficción que no nos corresponde.

Alrededor nuestro se suceden a diario escenas que deberían conmovernos y obligarnos a reaccionar... pero no. Todo da igual. Nada importa oír gritos y llantos en las casas de los vecinos, ver mendigos desarrapados en la calle, cómo alguien golpea o roba libremente a otro, extranjeros sin destino que vagan de un sitio a otro hasta que caen en la fácil vía del delito... Vemos sin mirar, sin intervenir, como si la gente fuera irreal o invisible.

Ni siquiera sabemos mirar dentro de nosotros; los ojos sólo valen para ver hacia fuera, y el no poder captar lo que pasa afecta tanto en lo externo como en lo interno. La mayoría convivimos sin conocernos en absoluto. Así pasan los años sin que las ilusiones y nuestros sueños puedan convertirse en realidad, porque no hay una mirada viva y activa. Al contrario, las mejores de nuestras aspiraciones se van destruyendo y se dejan morir como en una especial ceguera de ojos abiertos que no son capaces de mirar.

Cualquiera puede pasar desapercibido en éste mundo que desfila ante nuestros ojos sin dejarnos tiempo a que nos detengamos a mirarlos, pero esos penetrantes ojos verdes me hicieron pararme un momento, esa mirada era real, no se trataba del típico Photoshop de las revistas, tenía la profundidad de un sentimiento, podía ver el alma de la joven solo con mirarla a los ojos, aunque supiera que tan solo estaba mirando una revista, esos ojos existían y me hacían temblar sin poder devolverme la mirada. Gracias, quizás a esas reflexiones y rompederos de cabeza, era capaz de ver esa mirada.

Tras estar un rato mirando la fotografía extasiada volví a dejar la revista en su sitio y me dispuse a volver a casa. Pero mi forma de mirar ya había cambiado, ahora realmente veía, el verdor de aquellos ojos que tanto me trasmitían me hicieron fijarme en la gente con la que me iba cruzando; no tenían rasgos tan significativos como la muchacha de la foto pero, aprendiendo a ver más allá me di cuenta de que solamente con sus gestos, con su aspecto, con una mueca distraída, podían decirme mucho.

Me fijé en el mendigo que tiende su mano y que con sus labios te dice tengo hambre, pero que con el corazón está diciendo, necesito un trabajo, hace dos años que no veo a mi familia, me echaron de casa porque tenía problemas con el juego y ahora no me atrevo a regresar si no es con algo de dinero, no quiero que mis hijos me vean como el fracasado que soy.

Observé a la mujer que vuelve apresurada a casa antes de que él llegue a comer, ocultando con un pañuelo y demasiado maquillaje los restos de la última herida, simplemente porque se entretuvo mirando esa tienda de pinturas que tanto le gusta y llegó a casa un poco más tarde de las nueve. Ahora, las pinturas no están en ese cuadro que soñaba con pintar, sino que le escamotean el rostro para intentar disimular lo evidente.

Vi el rostro de ese chico que día a día se pone el mismo traje raído y toma el maletín de cuero antiguo de su padre para ir a echar currículum, se patea toda la ciudad paseando sus cinco años de arquitectura con buena nota, pero le piden experiencia. Me fijé en esas pequeñas bolsas signos del agotamiento que van aflorando bajo sus párpados, luego lo miré directamente a los ojos: ¿Cómo adquiriré esa experiencia si nadie me contrata? Eso fue lo que me dijeron aquellos dos profundos mares cada vez más oscuros y cada vez más tristes; luego, ambos seguimos caminando.

Ya llegando a casa reparé en un obrero de raza negra que trabaja en la construcción de un edificio cercano. Era la hora del bocadillo, pero él no comía, miraba aquel bocata con la mirada perdida y los labios secos, quizá pensando en su mujer e hijos que no tienen la misma suerte que él. Todos comían y comentaban algo sobre sus mujeres, novias o hijos. Él callaba. Con el ceño fruncido imaginaba a sus dos niños bajando con mochilas como los demás niños de Granada, aprendiendo a leer y teniendo un plato caliente en casa a su llegada. Veía a su mujer esperándolo en casa al calor de un hogar, no un hogar de ricos, algo humilde, pero algún lugar digno en el que pudieran estar juntos, eso era lo único que le importaba.

Por fin terminó mi camino y llegué a casa, pero, las cosas no cambian de puertas para adentro, los problemas no se acaban cuándo dejamos de ver rostros que necesitan ayuda. No. Los problemas están ahí y todos podemos aportar nuestro granito de arena para contribuir a mejorar el mundo en el que vivimos. Tan solo hace falta saber y sobretodo querer ver. Dejemos de mirar las cosas de lejos pensando que eso no va con nosotros porque un día podemos ser nosotros los que estemos en el lugar de esos ojos y otros los que pasen a nuestro lado. Pensemos que día a día nos cruzamos con esos ojos verdes de la foto más de una vez, lo que ocurre es que muchas veces no reparamos en que ellos nos miran y nosotros no les devolvemos la mirada.

mirar sin ver





















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